viernes, 2 de marzo de 2012

Las cartas que nunca envié.

Aún no sé bien cómo llegué a este estado. Aunque sí sé que no ha sido en sólo cinco días.
Muchas veces pensé eso que dicen de idealizar a las personas una vez que ya no las ves.
Puede que sea eso.


Leo una vez y otra vez tus respuestas, y ojalá sea eso. Porque entre nosotros sólo quedan recuerdos, de algo que pudo haber sido y nunca fue. Aunque quizás nunca pudo haber sido.


Yo llegaría a realizar un calendario si así fuera. Y rodearía de rojo los días en los que podríamos vernos. Me conformaría con una vez cada cuarenta días. Pero ya ni siquiera descuelgas el teléfono...


Entonces partimos de aquí, de esta desigualdad. No estamos en planos iguales. Por eso yo en mi camino aún te espero, y miro hacia atrás a ver si te acercas, pero sigues lejos, e intentas explicarme que no quieres llegar a donde yo estoy, pero yo hago como que no te entiendo. La sabiduría popular dice que no hay mayor ciego que el que no quiere ver. Ahora estoy ciega, y quizás sea yo misma la que me esté atando mi propia venda. Pero no pierdas la esperanza, dicen otros. Y me aferro a eso. 
Aunque, como te dije una vez, me empujaste de la nube. Pero me agarro a ella, sólo con las yemas de los dedos, esperando a que vengas y me tiendas la mano.


Y si esto es así, ¿después que?
Llevas razón, mi pensamiento es absurdo. Todo ahora en mi vida es absurdo. Recordando cada día lo que pasó, cada mirada, cada palabra, para que tome sentido aquí y ahora. Pero eso ya es imposible.
Hoy es 2 de Marzo, ya no habrá más veintitantos de enero iguales. Y aquello siempre me recordará a ti.
Nunca fui yo la primera que se despertó, y allí sí lo era. Te miraba, pero ahora entiendo que eran pocas las miradas contestadas. Salíamos, y te cogía de la mano, y ahora entiendo que era yo la que ofrecía su mano. Esto es absurdo. Mi pensamiento es absurdo.


Y me repito. Y veo tu sonrisa reflejada en mi sonrisa. Y analizo tu mirada, y veo que no dice nada. ¿Por qué lo entendí todo mal? Quizás yo no sirva para estas cosas.
No entiendo de amores fugaces. Ni quizás de amores eternos. Sólo entiendo de hacer lo que sienta y quiera. Y eso fue lo que hice. Aunque como sabes, he visto muchas películas, y eso dificulta mucho las cosas, ya que los finales felices son los que predominan en la gran pantalla. Y esto tenía ya un final marcado desde antes de empezar. Es triste. No suena a película. O quizás sí. Quizás de mis labios suene como un drama.



Sonrío al recordar que recorrí sus calles contigo. Me hubiese gustado de todas maneras, pero esta vez era contigo.
Contigo, esta palabra hace eco en mi cabeza. No quiero recordar más. Sé que no soy perfecta, que quizás tenga más defectos que virtudes, pero incluso idealizado, te aseguro que nadie te mira como yo lo hago.

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